Con gran alegría y expectación les damos la bienvenida a la 23ª Asamblea Plenaria de la UISG que tendrá lugar el próximo mes de mayo de 2025. Ese año celebraremos también el 60 aniversario de la fundación de la UISG. 

Al reunirnos para este significativo acontecimiento, tiene lugar al mismo tiempo el año jubilar de la Iglesia, y nos reuniremos como peregrinas de la Esperanza Unidas en nuestro compromiso común "Vida Consagrada: Una esperanza que transforma" - el tema de nuestra asamblea resuena profundamente. La vida consagrada: una esperanza que transforma. 

En un mundo que anhela la renovación, nosotras, como religiosas, estamos llamadas a ser la encarnación misma de esta esperanza transformadora. ¿Cómo podemos acoger esta llamada?

En primer lugar, a través de nuestro testimonio profético. Nuestras vidas son un signo profético, que desafía el status quo y apunta hacia un mundo más justo y compasivo. Sigamos siendo testigos audaces, abogando por la paz, por la justicia y por la dignidad de cada persona.

A través de nuestro amor radical. Nuestro amor es radical, arraigado en Cristo y desbordante hacia todos. Como religiosas, estamos llamadas a amar sin fronteras, abrazando a los marginados, los olvidados y los heridos. Nuestro amor tiene el poder de transformar los corazones y curar a las personas heridas.

A través de la innovación valiente. En un mundo que cambia rápidamente, debemos innovar con valentía. Tenemos que discernir nuevas formas de servir, educar y acompañar a quienes nos han sido confiados. Nuestra creatividad puede insuflar vida a estructuras agotadas y llevar esperanza a los cansados.

A través de comunidades de alegría. Nuestras comunidades son espacios de alegría, risas y apoyo mutuo. En medio de los desafíos, encontramos fuerza en nuestra misión compartida. Irradiemos alegría, invitando a otros a encontrar esa esperanza que transforma.

Y por último, a través de nuestros corazones contemplativos. Nuestros corazones contemplativos nos anclan en la presencia de Dios. A través de la oración, el silencio y la escucha profunda, discernimos los movimientos del Espíritu. Sigamos siendo contemplativas en la acción, permitiendo que el amor de Dios nos transforme y fluya a través de nosotras.

Mientras nos preparamos para esta asamblea, dejemos que nuestros corazones estén abiertos a la guía del Espíritu Santo. Que nuestro encuentro sea fuente de renovación, diálogo y aliento mutuo. Juntas, podemos ser la esperanza que transforma nuestro mundo, un acto de amor, un paso valiente y audaz a la vez. Caminemos juntas como religiosas, abrazando esta esperanza que transforma.