Del 26 de mayo al 2 de junio de 2024, la UISG celebró el Segundo Simposio de Teólogas Religiosas en Nemi (Roma, Italia).

Diseñado como una plataforma para teólogas religiosas, el simposio pretende alimentar la reflexión teológica sobre la vida religiosa haciéndola contextual y práctica.

Pedimos a algunas participantes que compartieran una reflexión personal sobre el simposio a través de entrevistas en vídeo y por escrito. A continuación, presentamos la de la Hermana Mila Díaz Solano, de la congregación de las Hermanas Dominicas de Springfield.

Mi nombre es Mila Díaz Solano, de la congregación de las Hermanas Dominicas de Springfield. Soy peruana de nacimiento, pero mi he vivido mi discipulado y servicio en estos últimos años en el consejo general de mi congregación en Estados Unidos. Mi disciplina teológica es Sagradas Escrituras. Continué ofreciendo cursos de Biblia en el programa de formación para diáconos permanentes y líderes catequéticos de la Arquidiócesis de Chicago. También doy cursos en línea a laicos y laicas asociadas en Perú, a mis hermanas y a un círculo de reflexión de mujeres.

Debido a mi experiencia en el liderazgo en un país extranjero, me apasiona el tema de la interculturalidad, colaboración e intergeneracionalidad. Como humanidad y vida religiosa estamos experimentando la movilidad de manera única en estos últimos años. Las causas son múltiples y se están dando encuentros y desencuentros entre culturas. Las narraciones bíblicas que reflejan la movilidad del pueblo de Israel y de las primeras comunidades cristianas y los encuentros con otras culturas en estos relatos, nos ofrecen luces para reflexionar en los temas de interculturalidad, el racismo y las relaciones intergeneracionales en las congregaciones religiosas femeninas. 

En este simposio vibramos al escuchar los relatos de nuestro caminar teológico. Pudimos encontrar similares desafíos, sufrimientos, gozos y esperanzas en torno a diversos aspectos que nos preocupan sobre la vida y misión de la Vida Religiosa femenina en nuestros países. Me tocó de manera personal la persistencia, creatividad y osadía que nos caracteriza como mujeres teólogas ejerciendo nuestra labor en contextos eclesiales todavía dominados por el clericalismo.

El espíritu nos permitió coincidir en preocupaciones teológicas comunes como el de repensar los votos y nuestra identidad como consagradas desde una perspectiva sinodal y como parte de la creación. Abrazamos la posibilidad de un sínodo de la Vida Consagrada que nos permita reflexionar nuestra vida y misión, no separadas del resto de los bautizados y bautizadas, sino en relación con el resto de carismas y ministerios en la Iglesia. Quisiéramos superar perspectivas jerárquicas enfatizadas en el documento Perfectae Caritatis. Reconocimos que nuestra reflexión sobre la Vida Consagrada necesita incluir una mirada mucho más global y ello solo se da en la colaboración.

Tuvimos la oportunidad de repensar el quehacer teológico en diversos grupos: por continentes, por disciplinas, por temas de interés. Todo ello ha contribuido a que entablemos conexiones para trabajar juntas en proyectos comunes. Nos queda el compromiso y esperanza de expandir nuestra tienda y continuar nuestra labor teológica en colaboración y diálogo unas con otras, incluyendo a teólogas del primer grupo para que juntas podamos animar y desafiar el discipulado y misión de la Vida religiosa en nuestros países. De este modo nuestra reflexión tendrá una mirada más integradora. Estoy convencida que esta manera de hacer teología puede contribuir a la sinodalidad. En una sociedad tan fragmentada y polarizada, el testimonio de incluir voces diversas y el trabajo colaborativo por una causa común, la comunión, se convierten en signo profético de lo que toda la iglesia está llamada a vivir.