El texto es del P. Yago Abeledo, M.Afr., publicado en el Boletín UISG 185/2024

En nuestro mundo cada vez más complejo y volátil, caracterizado por el acrónimo BANI (Brittle, Anxious, Nonlinear, and Incomprehensible) (Frágil, Ansioso, No lineal e Incomprensible), incluso nuestras vidas religiosas no están exentas de divisiones y cambios. La Iglesia Católica también está atravesando un momento extraordinario con el Sínodo sobre la Sinodalidad, un momento de profunda puesta en cuestión de las estructuras de poder, las influencias patriarcales y nuestro camino colectivo.

En el corazón de este proceso sinodal está la invitación a enfrentar el conflicto de manera constructiva y transformadora. El conflicto, a menudo percibido como una amenaza a la unidad, puede paradójicamente convertirse en un catalizador para una comprensión más profunda, para la sanación y para la co-creación de una comunidad eclesial renovada. En este contexto, el “Butterfly Framework” (Esquema de la Mariposa) ofrece una lente eficaz a través de la cual podemos navegar las complejidades del conflicto dentro de nuestros procesos sinodales. Enraizado en la sabiduría de los patrones de la naturaleza, este modelo ofrece un enfoque holístico y orgánico para la transformación de los conflictos, permitiéndonos abrazar el momento presente, reconocer el pasado e imaginar un futuro lleno de esperanza.

La Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) ha acogido recientemente una sesión de formación sobre la transformación de conflictos dirigida a más de 300 miembros de los Consejos Generales. Antes de la reunión, se pidió a los participantes que reflexionaran sobre sus experiencias de conflicto dentro de sus congregaciones. Las respuestas revelaron un hilo conductor común: el conflicto, aunque a menudo no declarado, es una realidad siempre presente en la vida religiosa.

Esta sesión de formación comenzó con un enfoque peculiar para entender el conflicto: el conflicto es tan valioso como la paz para la vida de una comunidad, y ningún estado es intrínsecamente mejor que otro, ya que ningún estado por sí solo constituye una comunidad. A través del conflicto, una comunidad puede experimentar sus momentos más significativos. Este enfoque sugiere que el conflicto no es una desviación del orden natural, sino una parte integral de él. Es a través del conflicto y el desacuerdo que somos impulsados hacia el crecimiento y la transformación. ¿Podemos entonces considerar el conflicto como un aliado en nuestros caminos individuales y colectivos?