En un contexto de crisis económica, escasez de alimentos, apagones prolongados y migración masiva, las comunidades religiosas en Cuba renuevan su misión de acompañar al pueblo, especialmente a los más vulnerables. Con solo 655 miembros en toda la isla, estas comunidades son "pocas, pero comprometidas", según la Hna. Olimpia González Núñez, exsecretaria general de la Conferencia Cubana de Religiosos (Concur).

La situación actual se ha agravado por el colapso del sistema eléctrico, los impactos de huracanes recientes y la inflación, que ha dejado a muchas familias sin acceso a productos básicos. Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 70% de los cubanos ha reducido una comida diaria por falta de recursos, mientras que más de la mitad enfrenta cortes eléctricos y un tercio no tiene acceso a medicamentos.

A pesar de este panorama, religiosas y religiosos continúan sosteniendo la esperanza de los cubanos a través de proyectos educativos, asistenciales y pastorales. Además, denuncian públicamente las situaciones que atentan contra la dignidad humana, mientras enfrentan restricciones políticas y sociales, como la limitada libertad religiosa y el control estatal sobre sus actividades.

El envejecimiento de la población, combinado con la emigración masiva, ha reducido significativamente la fuerza laboral y ha dejado a muchos ancianos solos. Sin embargo, las comunidades consagradas siguen apostando por permanecer en la isla como un testimonio de esperanza. "Cuando muchos tienen como proyecto de vida irse del país, que nosotros queramos quedarnos acompañando a los que se quedan, eso es una profecía", afirmó González.

En medio de la adversidad, religiosas y religiosos encuentran fortaleza en la oración, el trabajo comunitario y su compromiso con el pueblo. Como expresó González: "Acompañar al pueblo en medio de la desesperanza, mantener la esperanza de la gente, también es nuestra misión. Y la oración, el encuentro con mis hermanos, eso es lo que me va ayudando a mantenerme". Este testimonio de fe y dedicación es un signo profético que sostiene la dignidad y la esperanza de quienes más lo necesitan.

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Los bomberos revisan los escombros de una casa durante un apagón provocado por el huracán Rafael, que dejó sin suministro eléctrico al país, el 7 de noviembre en La Habana, Cuba. (Foto: OSV News/Reuters/Norlys Pérez)