Hoy finaliza el 43º viaje apostólico de Su Santidad el Papa Francisco (31 de agosto–4 de septiembre de 2023).

Con motivo del primer viaje de un Papa a Mongolia, la UISG entrevistó a la Hna. Lucia Bortolomasi, Superiora General de las Hermanas Misioneras de la Consolata, que desempeñó su misión durante muchos años en Mongolia.

¿Puede contarnos su experiencia misionera en Mongolia?

En julio de 2003, ya hace más de veinte años, un grupo formado por dos Misioneros y tres Misioneras de la Consolata llegó a Ulaan Baatar, capital de Mongolia. Tuve la gracia, el don inmenso de Dios de formar parte de este grupo. Siempre había soñado que la misión era ir y permanecer en lugares donde la Iglesia no estaba presente, o estaba en sus inicios, donde la gente aún no conocía a Jesucristo.

En Mongolia, la presencia de la Iglesia católica era (y sigue siendo) pequeña; una Iglesia joven: 10 años antes habían llegado los primeros misioneros de Filipinas.
Para darnos la bienvenida, Mons. Padilla, prefecto apostólico de Ulaan Bataar, uno de los primeros misioneros del país.

Al principio todo era nuevo y muy diferente al mundo al que yo pertenecía. El estudio de la lengua y de la realidad nos llevó tres años antes de empezar a dar apenas los primeros pasos.
Nuestra presencia en Mongolia se ha caracterizado siempre por el discernimiento junto a los Misioneros de la Consolata: en la oración, juntos, teníamos el mandato de nuestros dos Institutos, que consistía en ser presencia ad gentes, es decir, el primer anuncio del Evangelio, abiertos al diálogo con las grandes religiones (en nuestro caso, el budismo), aportando consuelo. En nuestro discernimiento identificamos pautas para nuestra presencia, que continúan iluminando el camino. Entre ellas, la importancia de la oración: porque la misión es de Dios, es Él quien toca los corazones.

¿Cuál es la importancia de este viaje apostólico del Papa a Mongolia?

Sin duda, es un gran regalo para la pequeña Iglesia de Mongolia.
Por un lado, es un signo: sentirse amado, visitado y seguido por el Sumo Pontífice, a pesar de las pequeñeces y limitaciones que puedan existir. La entrega del título cardenalicio al obispo monseñor Giorgio Marengo ya había sido una gran sorpresa y una profunda alegría. El Papa Francisco siempre ha mostrado interés y afecto por la Iglesia pequeña y humilde, y señala esta pequeñez como camino para todos los cristianos, como también ha recordado en varias ocasiones. Entre ellas, la audiencia general del 7 de junio de 2023, donde estuvimos presentes los dos Institutos Misioneros de la Consolata; hablando de Santa Teresa de Lisieux, subrayó la pequeñez como un camino bendecido por Dios.

Por otra parte, el Santo Padre es Jefe de Estado: habrá encuentros oficiales con las autoridades locales que, ciertamente, ayudarán a profundizar las relaciones ya positivas entre el Gobierno mongol y la pequeña Iglesia católica.

¿Cuáles son, en su opinión, los efectos del Sínodo sobre la sinodalidad para la Iglesia en Mongolia y en el mundo?

El Sínodo sobre la sinodalidad cuenta con un camino de años, en el que cada cristiano (y no cristiano) ha podido expresar sus sueños, así como sus inquietudes y dificultades: llegamos al Sínodo con un bagaje muy rico. Nos apoyamos en la promesa del Señor: “Donde dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estaré con ellos”. El Señor estará allí, y si estamos abiertos (todos nosotros, no sólo los miembros directos del Sínodo), Él nos guiará. Tengo la esperanza de que sea un tiempo de renovación para toda la Iglesia, y ciertamente también para la pequeña Iglesia de Mongolia, que está justo al comienzo de su historia (cumplió 30 años en 2022).

Oficina Comunicacion de la UISG