Hoy, en la solemnidad de la Presentación de Jesús en el Templo, también celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, una ocasión especial para reflexionar sobre la belleza y la profundidad de la vida de tantos hombres y mujeres que, en cada rincón del planeta, responden a la llamada de Dios. Este día nos invita a renovar nuestro compromiso de consagración, fortaleciendo nuestra esperanza en un mundo que necesita profundamente testimonios auténticos y transformadores de fe.

En este contexto de oración y reflexión, nos complace presentar el nuevo logo de la próxima Asamblea Plenaria de la UISG, que se celebrará del 5 al 9 de mayo de 2025.

El logo representa el tema elegido para esta Asamblea: “La vida consagrada: Una esperanza que transforma.” En este símbolo visual, podemos reconocer la imagen de personas, especialmente las hermanas de los institutos religiosos femeninos, que se transforman o se dejan (re)formar por la Esperanza, como pequeñas llamas listas para ser luz para la humanidad. Cada color utilizado en el logo evoca la universalidad y la diversidad de los carismas y dones que las religiosas ofrecen a la Iglesia y a nuestras comunidades, enriqueciendo el cuerpo eclesial con su dedicación.

Esta esperanza, fruto del Espíritu Santo, nutre nuestra vida espiritual y trae consigo un renovamiento y un cambio continuo. Aunque no vemos el origen de esta esperanza, la imagen se difumina gradualmente hacia arriba, invitándonos a creer que la fuerza transformadora que nos sostiene proviene de Dios, la verdadera fuente de la esperanza.

El tema y el logo elegidos para la Asamblea Plenaria también están vinculados al Jubileo Ordinario 2025, cuyo tema es “Peregrinos de esperanza.” De hecho, la esperanza es también una virtud teologal que nos convierte en peregrinas transformadoras, guiándonos a lo largo del camino de la vida y llevándonos siempre más allá, confiadas de que solo el Bien tendrá la última palabra en nuestra existencia.

Nuestra Asamblea, como el Jubileo, será un momento de gracia y de esperanza viva para todas nosotras, en el camino de fe y servicio al que estamos llamadas a recorrer.

Esperamos que este Año Santo y nuestra Asamblea trienal sean realmente un signo de esperanza para toda la Iglesia, ya que como nos recuerda la Escritura, “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5).